La fachada es el elemento más característico y diferenciador de una edificación junto con su geometría y morfología. Ya desde los primeros diseños, en los que la fachada además de ser el cerramiento del edificio también tenía una función estructural, se buscaba dotar a éstas de elementos fijos de vidrio decorado o de ventanas que permitieran la entrada de luz, la ventilación y que otorgaran a las construcciones de un elemento que las diferenciara del resto. Durante mucho tiempo el diseño y evolución de las fachadas se ha centrado en la búsqueda de la estética y del impacto visual y diferenciador de los edificios.
La tendencia actual es considerar la fachada no solo como un elemento meramente decorativo, sino como un componente que aporta un gran valor al conjunto de la edificación. Sin dejar de lado la estética, se introducen términos como el confort, la sostenibilidad, la seguridad, que hoy en día es primordial conocer y dominar. Un diseño adecuado a la zona geográfica y condiciones meteorológicas de la zona, un estudio térmico, acústico, de luminosidad y un buen planteamiento de aprovechamiento y generación energética repercutirán en una construcción de alto rendimiento, sostenible y de gran durabilidad, lo que a su vez se verá reflejado en un alto valor de la propiedad.
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